Trump: ¿Está CAFTA bajo amenaza? 

El pasado lunes 22 de mayo, el presidente Donald Trump cumplió cuatro meses al frente de la principal potencia económica mundial. Existen muchas expectivas en países altamente dependientes de las políticas comerciales de Estados Unidos de las decisiones que tome el nuevo presidente. Tal es el caso de Costa Rica. 

Expertos en geopolítica y geoestrategia han expresado que el ascenso de Donald Trump al poder y el movimiento ‘’trumpista’’ que representa, ha significado un ‘’choque tectónico de paradigmas’’, donde un nuevo modelo de desarrollo hacia adentro –pro-seguridad nacional– se enfrenta abiertamente y sin tapujos a un modelo que por décadas ha sido de apertura comercial. 

Muestra de tal ‘’choque tectónico de paradigmas’’ se refleja abiertamente en la nueva política comercial emitida por la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos, que establece como objetivo central ‘’Expandir el comercio de una manera más libre y justa para los estadounidenses’’. Tal objetivo se basa en cuatro ejes de acción: 1) Defender la soberanía nacional sobre las políticas comerciales, 2) Hacer cumplir estrictamente las leyes comerciales de Estados Unidos, 3) Usar todas las fuentes posibles de apalancamiento para alentar a otros países a abrir sus mercados a las exportaciones estadounidenses y proteger los derechos de propiedad intelectual, y 4) Negociar nuevos y mejores acuerdos comerciales con los países en mercados clave alrededor del mundo. 

En cuanto al eje relacionado con la defensa de la soberanía nacional sobre las políticas comerciales, la Agenda es muy clara al criticar los alcances y logros de la Organización Mundial del Comercio (OMC), al punto que la Agenda incluso especifica sobre este órgano que en ‘’...sus hallazgos y recomendaciones no pueden añadir o disminuir los derechos u obligaciones de los Estados Unidos u otros países miembros’’. Existe así, una orden directa de avaluar con detalle y cuidado las resoluciones emanadas por el Órgano de Solución de Disputas de la OMC. En caso de constatarse que existe una resolución desfavorable para Estados Unidos, el Departamento de Estado junto con la Secretaría de Comercio de los Estados Unidos podrían tomar acciones “tendientes” a hacer valer los derechos comerciales y la defensa comercial de ese país. ¿Qué significa esto? Que incluso podrían decidir no acatar la resolución del Órgano de Solución de Disputas. Esto sería un directo ataque al multilateralismo. 

Encuanto al eje de negociación y renegociación de nuevos y mejores acuerdos comerciales, la administración Trump ha girado instrucciones precisas de revisión de la totalidad de los acuerdos comerciales firmados –vigentes y en negociación– que posee Estados Unidos. 

Una primera víctima de este último eje, en proceso de gestación, es el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Además, el presidente Trump pasó de la ameza de retiro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), entre Estados Unidos, México y Canadá, a iniciar un proceso de renegociación. Este enfrentamiento comercial con México ha generado temores concretos entre los sectores productivos de los países latinoamericanos con tradición americano-mercantilista. Ante dichas brumas especulativas, el llamado debe girar en torno a la necesidad de enfocarse en los hechos y redimensionar realidades. 

Por ejemplo, una diferencia sustancial entre la situación geo-comercial estratégica de Costa Rica y la de México radica precisamente en los Tratados de Libre Comercio suscritos con Estados Unidos, siendo muy diferentes NAFTA de CAFTA. NAFTA es un acuerdo comercial regional de primera generación enfocado en cronogramas de desgravación arancelaria de mercancías. CAFTA, por su parte, es un acuerdo de cuarta generación, más moderno y robusto, extendido en temas tales como comercio de servicios, propiedad intelectual, comercio electrónico, entre otros. Por lo que la necesidad de revisión, modernización o actualización de la realidad jurídica de CAFTA no es apremiante en comparación con NAFTA. 

CAFTA representa un comercio superavitario para Estados Unidos con respecto al flujo comercial y de inversiones con América Central y República Dominicana. La mayoría de los productos que exportamos a Estados Unidos, son productos que esa nación no produce o produce deficitariamente. La relación entre las partes de CAFTA es simbiótica y estable. NAFTA nació con el propósito de aprovechar las previsiones legales incluidas en el acuerdo para trasladar manufactura local estadounidense a nuevos enclaves de Perfeccionamiento Activo, tipo maquila en México, originando nuevos polos de desarrollo industrial y de ensamblaje en estados mexicanos tales como Querétaro (crecimiento anual 7,7%) o Guanajuato (crecimiento anual 7%). 

Ante este nuevo panorama comercial no existe una posición de “safe zone” para ningún país que forme parte de un tratado multilateral con Estados Unidos. Sin embargo, desde un punto de vista técnico y en retrospectiva, hoy por hoy, sería muy diferente la posición de ‘’safe zone’’ de Costa Rica o los otros miembros de CAFTA frente a la nueva Agenda Comercial del presidente Trump si no existiera CAFTA y Costa Rica estuviese exportando a Estados Unidos con base a un esquema unilateral. Por ejemplo, si Costa Rica siguiera exportando bajo el Sistema General de Preferencia o con un esquema de ‘’waiver’’ como lo fue la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, ninguno de estos dos esquemas habrían sobrevivido a los primeros meses de mandato del presidente Trump, ya que serían pivote fácil y eficiente para evidenciar la contundencia de las propuestas de campaña. 

CAFTA, por sus características y alcances, nos brinda seguridad jurídica y previsibilidad comercial. Sin embargo, Costa Rica debe permanecer alerta, no precisamente por las incidencias directas de la política comercial estadounidense, sino decisiones adoptadas a nivel geopolítico, migratorio y social, como sería el caso de una deportación masiva de indocumentados al triángulo del norte de Centroamérica, ya que el monto económico que significa las remesas desde Estados Unidos a estos países disminuría considerablemente el poder adquisitivo del segundo mercado comercial de Costa Rica, por lo que las exportaciones de Costa Rica a estos países podrían verse impactadas. 

En el mercado actual, cualquier incidencia que afecte negativamente a un socio comercial cercano, un proveedor prevalente o un destino trascendente, podría repercutir en la estabilidad comercial de Costa Rica. Ante estas “brumas comerciales”, una receta recomendable para Costa Rica, es seguir bajo la senda de la diversificación e iniciar un proceso de exploración del Pacífico tanto en bienes como en servicios para ir quitando peso de la canasta Atlántica (especialmente de Estados Unidos) en la cual ha permanecido en los últimos 60 años y así construir nuevos modelos de desarrollo basados en coproducción y desarrollo regional. 

Róger Guevara. Socio de Batalla. 

Andrei Calderon. Asociado de Batalla. 

Miembros de la Práctica de Comercio Exterior, Aduana y Logística de Batalla Salto Luna